“Al principio fue el VERBO”. Es la frase bíblica que comenzó el orden de la vida en el Universo.
Cuando el niño nace solo llora y cuando se acerca al primer año de vida comienza a nombrar las cosas. El planeta Mercurio otorga la facultad intelectiva para poder identificar, interpretar, clasificar y analizar la realidad que lo rodea.
El pensamiento es expresado a través de las palabras, ya sea en el lenguaje oral o escrito.
Este juego de captar y expresar puede realizarse de manera lenta o rápida, profunda o superficial, según esté ubicado Mercurio en su carta natal.
Cuando con esas palabras aprendidas formula frases, comienza a manejar conceptos que graba en su inconsciente, y arma su mundo de creencias, que tendrá en cuenta en las elecciones de vida.
Y en la edad adulta, impulsado por “la verdad”, aprehendida por la educación del hogar, de la escuela, de la sociedad y del momento histórico, utiliza a diario palabras y frases en forma repetitiva, sin pensar mucho adonde lo llevan. (Ej.: “yo no tengo suerte”, “me quiero morir”, “nunca gané nada”, etc.). Así fue como generó el presente que vive.
Ahora se conocen algunas técnicas para desgravar esos mandatos y reemplazarlos por otros que expresen sus metas tan deseadas. Es cuestión de revestir con cierta magia la palabra o frase elegida y cuando la persona emite su juicio debe reemplazar las afirmaciones dañinas y destructivas por otras emocionalmente positivas.
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